Habitar es la acción por la cual nos empoderamos del entorno “Habitar una región es sentir, asumir, valorar la presencia de las comunidades que la pueblan. Lo que significa, en primer lugar, el derecho a un hábitat comunal”. Entendiendo por estos lugares de encuentro común, el espacio situado más allá de nuestros umbrales (Madrigal, 2004).
La región de Antofagasta es un territorio históricamente reconocido por su riqueza mineralógica, desarrollo industrial, impacto económico, con amplio desarrollo demográfico, anida gran masa flotante de trabajadores, la oportunidad laboral, la ubica como lugar rentable. La migración influye en el desarrollo local, genera mayor demanda social y estatal. Por otro lado se pierde el sentido de pertenecía, esta muchedumbre solo trabaja, no se identifica con el entorno. “Hasta ahora, el progreso económico ha supuesto siempre y en todas partes la ruina de las zonas comunales (hábitat comunal) y genera la reclusión de las personas en jaulas de cemento” (Madrigal, 2004).
María Elena una de las nueve comunas de la Región de Antofagasta, es históricamente relevante en la configuración del desarrollo económico-industrial de la región, ligada a la explotación del salitre. María Elena fue emplaza en un territorio inhóspito, anecúmene, el hombre hizo de racionalidad, tecnología y experimentación posible de HABITAR el territorio desértico, convirtiéndola en un complejo de viviendas y producción. Fue pensada y construida bajo un concepto “ideal”, posee un trazado octogonal, con cuatro lados mayores y cuatro lados menores, desde donde surgen dos diagonales que convergen en la plaza. Alrededor de ella que se concentra gran parte del equipamiento público. Actualmente su arquitectura se ha conservado y sigue funcionado, congelado en el tiempo. Es un campamento administrado por una figura privada y estatal, esto diferencia la forma de HABITAR de la comunidad local, en comparación con urbe donde el territorio cambia en su estética constantemente debido al inminente desarrollo. Quillagua -poblado de la comuna- por otro lado fue un enclave agrícola de gran relevancia, por sus productos vegetales, peces y crustáceos. A su vez conserva hitos de su pasado, ligado a pueblos originarios, hoy con una población longeva en un escenario diametralmente diferente.
La hipótesis planteada fue ¿existen o no, hábitat comunales de estos territorios? –ambos- con un brillante pasado productivo que ha declinado en las últimas décadas, congelados en la nostalgia. ¿Es posible reconfigurar su valor desde la comunidad mediante la fotoetnografía? Teniendo presente que la fotografía contemporánea propone una mirada desde la intimidad de cada ser, desde el mismo fotógrafo hasta su vinculación con el medio, según José Pablo Concha (Concha Lagos, 2013).
Iniciando labores bajo la premisa “Habitar es abrir el territorio, el poblado, al de fuera. A que lo recorra, lo comparta, lo construya, lo entienda. Habitar un territorio es apropiárselo (hacerlo propio), pero también extrañarlo (abrirlo al otro)” (Madrigal, 2004).
Bibliografía
Concha Lagos, J. P. (Diciembre de 2013). Conciencia luminosa e intimidad como acto performático en la fotografía documental chilena contemporánea1. Revista Chilena de Antropología Visual(22).
Madrigal, M. S. (marzo de 2004). El significado de habitar. Boletín CF+S.